
Ojos negros, piel morena, labios de grana. Tiene la niña al despuntar el alba. Gotas de rocío bañan su dulce rostro al desperezarse, sus pupilas con el relucir de la tibia mañana. Aromas de azahar impregnan sus sedas sábanas, tan blancas y puras como la niña, que comienza el día de con la dulce ilusión de la inocente infancia. Manoly Naranjo