Durante la vida, instauramos relaciones con personas que nos tratan mal, tomamos decisiones personales de las cuales luego nos arrepentimos, herimos a los demás ya sea conscientemente o no. Lo importante no es solo aprender de los errores para no caernos otra vez, también es necesario, hacer lo posible para que nuestros errores no sean una simple caída, que nos permitan reflexionar y corregir el vuelo.Cada persona, para vivir siente necesidad de algo o de alguien en quien creer, como la semilla que se convierte en un gran árbol que seguramente no existiría sin tierra, sin agua o sin luz. Es por esto, que los sentimientos, las emociones, todo cuanto sucede en la vida cotidiana (que sea verdaderamente vivido o sea fruto de la imaginación tiene poca importancia) merece ser contado. Este es mi horizonte, mi pensamiento constante: recoger todos los matices de la vida, un pensamiento casi irracional. Y dibujar ciertos aspectos que dejan espacio a la interpretación de aquello que he vivido.
Todas las personas, deberíamos en algunas de las tantas estaciones que atravesamos a lo largo de nuestra existencia, detenernos a firmar un tratado de paz con nosotros mismos. Todos, en algún momento de nuestra vida, ya sea más temprano que tarde nos replanteamos nuestra existencia, queremos saber quiénes somos, qué es lo que queremos, etc… Sea cuando sea esta llamada, lo importante es que ocurra y que nos motive, para que no nos quedemos solo con lo que nos viene dado. Con el paso del tiempo, nos vamos planteando preguntas que surgen de una lectura, de una conversación, una vivencia, etc… Este hecho me hace cuestionar qué es verdad y buscar entre todas las que consideré verdaderas. Esto nos va llevando a periodos de reflexión, donde podemos ayudarnos de herramientas como la meditación. Meditar nos hace conocernos mejor interiormente, es decir ver cuáles son nuestros límites, nuestros miedos y debilidades. Es muy importante, porque te hace ser más positivo y lograr ser mejor persona. La auto valoración exige de una cuota importante de humildad. A la hora de la verdad, tenemos que admitir que los problemas no están “allá afuera” o con “los demás”, sino que las barreras más infranqueables las hemos construido nosotros a lo largo del tiempo, determinando que el enemigo está “aquí dentro”, muy cercano a nosotros. Ser objetivo, imparcial y capaz de una autocrítica constructiva exige de nosotros una cuota considerable de madurez y humildad.
Mary Moreno
Del epílogo de “Bajo el sol de las tinieblas” de Maria Novak